Un viernes 11 de agosto de 1989, llegó a la vida el único hombre por el que daría mi vida entera sin pensarlo, era muy largo (51 cm.) , muy blanco, medio cocoliso, tenía unos ojazos cafés tan grandes y hermosos, era delgado (3.100 kg) y tenía un llanto que bien hubiese podido romper una copa de cristal como lo hacen algunos cantantes de ópera.
Antes de que cumpliese el mes de nacido, lo tuvieron que operar del píloro, fueron días tan estresantes a pesar de que el médico dijo que no había problema con la operación para el recién nacido.
A los tres años le diagnosticaron TDA, transtorno de deficit de atención. Creo que más bien debieron diagnosticárselo al psicólogo que lo vió, ya que tardamos 15 minutos esperando por pasar a la consulta y salimos en menos de 5 minutos después de haber entrado a la consulta. Le mandaron melleril y ritalín, les juro que se quedaron las medicinas intactas arriba del refrigerador, solo le dí la primera dosis que le mandaron del melleril y les juro que nunca en mi vida había visto a mi hijo dormir TODO PERO TODO EL DÍA. Apelé a mis cinco sentidos y al principal.... a mi sentido materno y no volví a darle la medicina. Ahí aprendí que los días tienen más de 24 horas para mi hijo.
Repetí mi primaria con él, hasta el 3er. grado, iba en una escuela de gobierno, en definitiva no era una buena opción para su preparación, la maestra solo estaba con ellos hasta las nueve de la mañana y luego se iba probar ropa y platicar con las otras maestras, regresaba a las 12 a revisar lo que habían hecho y a dejar tarea y listo, con eso la "maestra" terminaba su día.
Haciendo esfuerzos, cambiamos a una escuela particular, hasta la fecha les doy las gracias eternas al colegio "David P. Weikart", lo enseñaron a autoeducarse y autocontenerse toda esa inquietud y utilizar esas pilas extra que le otorgamos sus padres.
Hoy después de 20 años, sigo pensando lo mismo; daría mi vida por él sin pensarlo.
Con su altura ya me pasó, ahora quién lo conoció como el chiquillo inquieto que siempre estaba haciendo travesuras a la abuela, amarrándole latas vacias al parachoques del abuelo que iban haciendo ruido hasta llegar a la casa, al que siempre que le preguntaban ¿en dónde están tus papás? respondía con toda la inocencia de aquella edad: "el par de cabrones se fueron y no me llevaron".
El chiquillo que la "maestra" de primaria una vez me dijo: "ni crea que va a terminar la primaria, no es un niño tranquilo", hoy le puedo decir:
"Mire, con mucho amor y bastante esfuerzo ese niño hoy va en 3er. semestre de carrera universitaria, aprendió empíricamente y através de su padre a reparar equipos de electrónica, saber pintar y elaborar maquetas que ya muchas personas quisieran hacerlas, y tiene el toque de su madre..... sabe guisar riquísimo, igual que mi padre, tienen una sazón que definitivamente a veces quisiera yo tenerla. No fuma, no toma, tiene muchas amigas y amigos"
Pero para mí........... sigue siendo ese pequeño bulto envuelto en una sábanita azul, que chillaba con tanta fuerza y movía sus pequeñas manos como un par de arañitas.
Mi vida, te deseo lo mejor por siempre, que los Dioses te bendigan y te guién en este mundo por el sendero del bien.
Tu mamá.
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